Teresa Zorrilla ha creado una red nacional de proyectos de salud indígena con el objetivo de brindar capacitación y evaluación a promotores de salud de diferentes orígenes étnicos.
Teresa Zorrilla se interesó por la medicina social cuando, en la escuela secundaria, organizó un grupo de compañeros para trabajar con una cooperativa de pescadores. Fue entonces cuando se dio cuenta de la falta de servicios médicos en las comunidades rurales y de la necesidad de los mismos. En el centro médico, puso en marcha un periódico y coordinó un plan de atención médica a las comunidades campesinas. La experiencia formativa de Zorrilla en el área de la medicina indígena llegó cuando se desempeñó como Directora del Hospital Tarahumara en la Sierra de Chihuahua de 1984-6. Fue luego de estos dos años que decidió organizar un curso especial sobre la problemática de la salud materna y la nutrición infantil en el Instituto de Pediatría de la Ciudad de México, logrando que renunciaran a las cuotas y obteniendo el apoyo económico de familiares y amigos. Sin embargo, cuando Zorrilla quiso volver a Chihuahua, se encontró con que se enfrentaba a la hostilidad en forma de machismo. "Ninguna mujer quiere ir a trabajar con los Tarahumaras", le dijeron. Fue entonces cuando Zorrilla comenzó a trabajar en el programa La salud en manos del pueblo. Esto le ha traído reconocimiento tanto personal como profesional en todo México.
El programa de Zorrilla, llamado Salud en manos del pueblo, en español 'Salud en Manos del Pueblo', llega a grupos indígenas de todo México, principalmente los estados de Hidalgo, Chihuahua, Michoacán, Veracruz, Oaxaca y Puebla, donde el náhuatl Viven indios tarahumaras, purépechas, mixes, totonacas, zapotecas y otomíes. Su preocupación básica es reunir a grupos aislados para la capacitación y evaluación a través de talleres comunitarios, regionales y nacionales que abordan diferentes aspectos de la atención de la salud.
Las regiones indígenas de México son las más aisladas del país. Históricamente, y por razones de defensa cultural, los grupos étnicos de México fueron empujados cada vez más hacia el terreno más inaccesible. El aislamiento social y geográfico, sin embargo, también los dejó al margen de los servicios educativos y de salud. Y su pobreza devastadora ha tenido un efecto negativo en los estándares nutricionales y de salud. La insuficiencia de los servicios de salud pública, además, ha hecho que si bien los estándares de salud son bajos en estas comunidades con alta incidencia de mortalidad infantil, parasitosis, desnutrición y tuberculosis, son al mismo tiempo las que tienen menor acceso a la atención médica. Y aunque hay curanderos tradicionales o 'curanderos', carecen de conocimiento de la medicina moderna y, a menudo, inyectan innecesariamente vitaminas y antibióticos a personas con enfermedades crónicas. Sin embargo, tienen una comprensión empírica de las plantas curativas que podrían sistematizarse en beneficio de las comunidades. En los últimos años se han formado muchos pequeños grupos de promotores de salud en las regiones indígenas. Sin embargo, dado su aislamiento y falta de conocimientos médicos, lo que necesitan es beneficiarse de la experiencia ajena y explicar y sistematizar la propia. Este es el hueco que Zorrilla espera llenar.
La salud en manos del pueblo surgió de la demanda de capacitación entre los grupos locales de salud que participan en el Movimiento Nacional de Salud Popular. La estrategia de Zorrilla responde a esta demanda, pues fueron los grupos indígenas los más activos en la solicitud de educación para la salud. Zorrilla utiliza un método común al movimiento de educación popular en América Latina. Hay tres aspectos básicos de este enfoque; en primer lugar, la investigación participativa: son las comunidades y los promotores de salud quienes analizan sus problemas comunes como parte del propio proceso educativo y para brindar el núcleo básico de información sobre el cual comenzar a construir un servicio de salud; en segundo lugar, la autoevaluación: a través del sistema de intercambio y apoyo que está creando, Zorrilla espera que los grupos evalúen sus propios éxitos y fracasos y aprendan de los demás sobre cómo mejorar sus servicios. La tercera vertiente es lo que ella llama "tecnología apropiada": en este contexto, el acercamiento e integración de diferentes elementos de la medicina tradicional y moderna de una manera definida por cada grupo de salud.